SEGUNDA FICCIÓN


Los fragmentos de barro primario, casi hosco, tibio, yacen ordenadamente sobre el noble y suntuoso lecho de una especie de terciopelo, Parecen esperar una reconstrucción ficcional que el contemplador decida. De alguna manera y más allá de la misma, se intenta insinuar que todas las ficciones van a conjugar la vertebral y tosca pureza del barro con la suntuosidad del lecho. Como si se quisiese insinuar la continua alternancia entre la sencillez del ser humano y la escenificación pomposa que a veces enturbia la peripecia humana y la transforma en épica operística, hueca y retórica. Sería deseable que con suavidad, despacio, el espectador deslice su mano por esos fragmentos ásperos, de una tierna dureza, de una rara poesía, dejando que en su imaginación germine la ficción sentida e como necesaria. La que le gustaría adherir a la piel de la memoria, de las muchas memorias que el hombre-héroe ha sabido acumular.




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