Si el alargado friso evoca el carácter alusivo y de
prólogo propio de una obertura sinfónica, la recolección de registros fílmicos
tiene una sutil resonancia de
composición coral. Cada uno de ellos funciona como una sumatoria de voces,
todas ellas devenidas involuntarias ficciones. Rasgo sorprendente, incluso
paradojal, dado que esos registros aspiraron a un valor de tipo documental.
Algunos refieren a la inauguración del monumento en Plaza Independencia. Otras,
permiten comprobar los trajines sufridos por sus restos desde su regreso al país.
Otros trascienden delirios autoritarios perpetrados por la pétrea ideología
dictatorial. De una manera u otra, todos se abisman hacia ciertos absurdos
ficcionales. Sin duda, el más rotundo, el más apoteótico, es el que muestra la
urna siendo llevada sobre un tanque militar hasta el tardío velatorio público oficiado en el
Obelisco de los Constituyentes.
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