LA GRAN FICCIÓN


En una especie de friso horizontal se acumulan periódicos, imágenes del prócer, fotografías de eventos, sellos, monedas, páginas de libros, fragmentos de pinturas, registros de la urna original y la que finalmente guarda sus restos en el mausoleo, y un largo etcétera de huellas icónicas. Todo, a modo de una gran obertura visual, rítmicamente pautado por el operístico altorrelieve que circula el enorme monumento de Plaza Independencia. La semejanza musical surge al detenerse en los timbres que cada elemento aporta en la composición de ritmos y melodías desplegados por el intrincado friso. Así, un sello, la página de un diario, los rostros, pasan a ser timbres que surgen y desaparecen según la travesía de la mirada decidida por cada espectador. Como percusión insistente,  aparece el relato del otro friso, el que adjunta una tormentosa epopeya ficcional a la ficción colosal de un héroe elegido altivo y lejano.  


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