PRIMERA FICCIÓN


El busto de Artigas, encontrado como desecho,  termina siendo el detonador para la concreción final de la propuesta. Ese busto restaurado de manera intencionalmente poco minuciosa, es  apenas dignificado por la pátina de falso bronceado. Entabla un extraño diálogo con el molde que se usó para su restauración. El molde, pleno de ausencias, es el recipiente favorable para una cantidad imprevista de diferentes ficciones. Aparece vacío, imperfecto,  acumulando polvo y tiempo. Su contracara es el resultado de ese molde, el busto donde se disimula el deterioro para intentar recuperar  la apostura heroica, o quizás solo la condición humana. Sin embargo rajaduras y pequeños daños, insinúan una ficción siempre inacabada. De alguna manera, más que dialogo, ambos objetos establecen un mutuo reflejo.




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